martes, 5 de enero de 2010

Noche de Reyes

Una Noche muy especial. Para los pequeños, es obvio... Y para los mayores... Los mayores recuperamos la ilusión de esta Noche cuando vemos los ojos brillantes de los niños al paso de la Cabalgata. Y qué sonrisas...
Cuando yo era pequeña, en la Noche de Reyes mis padres hacían todo un ritual. Antes de mandarnos a la cama (porque esta Noche nadie se va a la cama por voluntad propia) ponían el mantel de los domingos en la mesa y sacaban las copas de la cristalería buena (cinco en total, una para cada Rey Mago y las otras dos para ellos, los anfitriones). También llenaban un cuenco de agua (para los camellos, claro). Se trataba de recibirlos en casa como se merecían ("¡Jo... qué envidia! ¿Y por qué nosotros no podemos quedarnos también...?), y aliviarles la sed del camino, eso sí, todo ello acompañado de los consabidos mantecados y turrones.
A la mañana siguiente, cuando nos levantábamos, íbamos corriendo a la mesa para comprobar que habían estado allí. Veíamos el cuenco sin agua, los envoltorios arrugados de los mantecados y las copas vacías del cava. Como éramos (y somos) tres, cada uno tenía un Rey Mago favorito. No recuerdo cómo se repartían el resto mis hermanos, pero el mío siempre ha sido Baltasar. Así que cada uno preguntaba dónde se había sentado "su" Rey y ocupábamos la silla durante un ratito con absoluta devoción... Y luego... ¡a jugar...!
De los días previos a esta Noche, unos años después (cuando ya sabía lo que se supone que aún no debía saber), recuerdo las carreras que me daba en casa de mi abuela, de armario en armario, cuando nadie me veía, buscando los juguetes... A veces tuve suerte, je, je, je,...
Ya más tarde, como la hermana mayor, tuve el privilegio de acompañar a mis padres a Sevilla (por entonces aún vivíamos en Montellano) a comprar los regalos para mis hermanos y de paso, elegir los míos. Ellos, por falta de sitio en casa para ocultar los juguetes (y para que mis hermanos no hicieran lo que yo, rebuscando como locos hasta encontrarlos antes de tiempo), los dejaban "apartados" en la tienda hasta esta Noche, en la que volvían a buscarlos.
Recuerdo un año en que había una niebla tremenda al llegar a Sevilla. Tras recoger los juguetes nos fue imposible volver al pueblo. Tuvimos que quedarnos a dormir en una pensión y al día siguiente, Día de Reyes, buscar a toda prisa un taxi que nos llevara a buscar el coche (mis padres ni siquiera estaban seguros de dónde lo tenían aparcado) y salir pitando para Montellano para llegar a tiempo...
Pero llegaron,... ese y todos los años, y nunca nos faltaron sus regalos,... ni los de los abuelos, ni los del Titi, ni los de la Tia Beli,... ni su cariño, ni su amor.
Feliz Noche de Reyes a TODOS.
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P.D. Los niños "escriben" sus cartas y te dicen mil veces lo que le han pedido a los Reyes. Si no lo hacen ellos, te lo dejan claro sus padres. Y si no, nosotros les preguntamos hasta estar seguros de lo que quieren, para no defraudarlos... Pero a mí nadie me pregunta lo que necesito o me gustaría que me regalaran... Me gustaría volver a ser niña para que lo hicieran... ¡a ver qué pasa mañana!

3 Comments:

Estela said...

Que bonitos recuerdos del la noche de reyes..La verdad es una noche magíca a mi tambien me gustaria ser niña otra vez..pero amiga mia ahora es el momento de autoregalarnos nosotras mismas y mañana por la mañana hacer un poco de teatro y decir Ohhhh que bonito.
jejeje yo por lo menos lo hare.

Un abrazo!!

MFe said...

Me encanta el día de Reyes!!!! a pesar del follón de ir de una casa a otra ¡¡me encanta!!! disfruto tanto o más que los peques..

Un besote!

Laque said...

Qué bonita historia! Y tus padres... de lujo, os hacían tener ilusión. En mi casa venían pero no dejábamos nada ni hacíamos ningún ritual, es por eso que me da mucha envidia tu historia.

 
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