Cuando escribía mi
entrada anterior, mi intención, en un principio, era comparar la infancia vivida en un pueblo con la que se puede vivir en la ciudad. Y ya he dejado claro mi punto de vista sobre ese asunto (pueblo 1, ciudad 0).
Pero, a la vez que escribía, sentía que me dejaba algo en el tintero, que otra comparativa cruzaba por mi cabeza. Menos nostálgica. Más crítica. Porque es obvio lo que han cambiado las cosas desde mi niñez. En todos los sentidos. Pero la infancia ¿es mejor ahora?
Si hablamos de tranquilidad ciudadana, evidentemente ahora es impensable dejar salir a los niños solos. En una ciudad desde luego. Incluso en los pueblos las cosas tampoco son ya como antes.
Si hablamos de juguetes, ahora la variedad es infinita. A veces, el precio también. Además, los niños tienen tantos que no son capaces de apreciarlos. Demasiados juguetes que hacen casi de todo dejando muy poco espacio a la iniciativa y... a la imaginación.
Destacando entre ellos están los videojuegos y las consolas, con gráficos alucinantes, con las que vivir miles de aventuras "virtuales", que algunos llegan a confundir con la realidad, y con las que los niños pasan horas y horas jugando... solos.
Casi todos tenemos ordenador en casa, y muy pronto los habrá en todos los colegios. E internet. Eso está muy bien si enseñamos a los niños a usarlos para estudiar, aprender, y también para entretenerse, por qué no. El problema es que utilicen estos medios para buscar los deberes y los exámenes ya hechos para ahorrarse el esfuerzo. O, lo que es peor, que caigan en manos de indeseables... y no voy a decir más.
También están las llamadas redes sociales (twenty y demás). Así nuestros menores se comunican entre ellos, paliando de esta manera el no poder estar juntos a la antigua usanza. Pero ¡cuidado con el uso que otros les pueden dar a las fotos que comparten!
¿Cuántos niños tienen teléfono móvil? Me parece estupendo que los padres estén más tranquilos teniéndolos localizados, aunque les cueste una pasta. El problema es que pierdan el correcto uso del lenguaje para así abaratar los sms, o que algunos de sus hijos los usen para grabar gamberradas, por llamarlas de alguna manera, y colgarlas en el youtube.
Y el mp3/4, y el ipod, y el iphone, y lo que venga... todo está bien si se sabe utilizar responsablemente. Y para ello están los padres y los educadores. Los primeros tienen toda mi admiración, ya lo he dicho más de una vez. Para los segundos, en una época especialmente difícil, mi apoyo más incondicional. ¡Suerte maestros!
Eso sí, si comparo mi vieja cartera del cole, repleta a rebosar de libros y cuadernos, con las mochilas y ¡los troleys! de los niños de hoy, no hay color... y si no que se lo pregunten a mi espalda....