De recién casada, cuando vivía en Toledo, tenía mucho tiempo libre y pocos amigos y familiares para compartirlo. Recién dejado mi trabajo, la casa apenas me daba quehacer y no quería estar todo el día leyendo o frente a la tele o el ordenador.
El primer año me apunté a clases de manualidades. Un marujeo total. Eramos un grupito bastante apañado y lo pasábamos bien, pero mi mente se resistía a dedicarse sólo a pintar cajitas y decorar zapatillas. Además, al final ya ni tenía sitio para ellas en casa ni me parecía bien "colocárselas" a nadie.
Así que el segundo año (y los restantes) me apunté a las clases de corte y confección. Para mi sorpresa, me encantó. Aprendí muchísimo. Y también me divertí.
Incluso tuvimos que desfilar a final de cada curso con la ropa que nos hacíamos. Os dejo una fotito del primer desfile. Fue en la Casa de la Cultura, con maridos y familiares de las improvisadas "modelos" animando como locos. Y como yo soy así ... ¡el primer año ya me atreví con un traje de flamenca!
Desde entonces me hago casi toda mi ropa (no sabeis lo que se ahorra). Y cortinas, y cojines, y colchas, y los vestidos de mi madre, y los arreglos de mi cuñada,... y me voy que tengo que terminar el disfraz de mamá gnomo de mi sobrina Anabel y el de mamá de la familia Adams de su hermana Blanca para la fiesta de fin de curso.
1 Comment:
Hola Leti, quiero hacer un curso de esos de corte y confección. ¿sabes si hay aquí en el pueblo? ya sean grátis en la casa de la cultura o pagando? Un abrazo.
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