Mi padre era gallego, de Orense. Enviudó muy joven y pidió traslado a mi pueblo, Montellano. Mi madre sería su segunda esposa. La conoció en Septiembre, pidió su mano el día de Navidad y se casaron el dieciocho de Marzo. En seis meses. Desde entonces y hasta que la muerte los separó (mi padre murió en 2005), disfrutaron de un hermoso y feliz matrimonio. Ese fue mi ejemplo, lo que yo siempre soñé para mi.
Luis nació en Paris y se crió y creció en Madrid, pero si le preguntas, él siempre te dirá que es gallego, de Lugo. Su familia materna lo es y sus veranos en casa de sus abuelos le dejaron marca. Cuando lo conocí, un treinta de noviembre, acababa de divorciarse (y de pedir el traslado a Toledo). Me pidió matrimonio en Abril y nos casamos el siete de Julio (San Fermín), en Sevilla (¡qué valor!). Visto y no visto. Y desde entonces somos felices. Seguimos la estela de nuestros mayores. Porque, en este caso, la historia sí se repite.
P.D. Cuando decidimos casarnos, mis amigas me decían ¿cómo se van a tomar tus padres una boda tan precipitada? Yo sonreía. Sabía que jugaba con ventaja.
2 Comments:
Interesante este paralelismo familiar entre ambas parejas...
¡Que disfrutéis de esa felicidad por muchos años!
Saludos.
Bonita historia. No sabía yo esa casualidad
Besitos
Post a Comment